miércoles, 13 de febrero de 2008

Un mundo impecable

Esperaba escribir algo anoche, pero vino una amiga que vive en Laboulaye y estudia Numerología. Me aclaró todo: en mi pasado fui un esclavo de alguna colonia, un alma que estuvo al servicio de los demás. Soy nativo de Urano, por lo cual, conozco mi pasado y quiero cambiar el futuro, pero me cuesta pensar bien las cosas, soy impulsivo, y por eso a veces me equivoco.
Soy un número 8 para los negocios, esto representa fortuna. Fortuna de conocer a quienes conozco, de querer a quienes quiero, fortuna.
La moto anda para la mierda, hace un ruido raro. Pero a nadie le importa en el bulevar, el ruido es un pais conocido. El jueves está muy lejano para mi sed. Anoche soñé con Barney, que venía a casa a pedirme azúcar y yerba, se lamentaba porque no había hecho tiempo de ir al supermercado, "los chicos no me dejan tiempo", decía.
Cuando Barney se alejaba paseando su cola por la calle, pensé en escribirte un poema, busqué un papel, lapicera, empecé con estas líneas: "Los espejos me devuelven los combates de Irak. Otra gente, la que no conozco, gasta su tiempo reenviando correos masivos de personas perdidas, que necesitan un corazón. Piensan salvar el mundo. Hace frío, me pregunto: ¿adónde está el fervor de los días? Descubro accidentalmente los actos que justifican tanto silencio, tanta gente extraviada en el barro de la búsqueda. No hay otra que perderse en los afectos. Pocos días son buenos días, si no estás". Me quedé en la mitad, esperaba decirte hola y que el silencio de la distancia fuera un efecto sincero.
Avanzo por el bulevar y pienso en todos los administrativos del mundo, en sus medias ¾ apretando sus tobillos. Los cordones, la corbata, un mundo impecable. El café quemado. El teléfono en el hombro. Los problemas de cadera. Y me encuentro.

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