Hace días que tengo una tos nerviosa, me lo dijo mi vieja. Tenés que escribir un poema, me dijo una poeta. Pero, no tengo nada interesante para decir. Voy de mi casa al trabajo. Y así, todos los días. Veo las cajas de las camionetas cargadas de quinteros que viajan al cinturón verde. Otros que van a la construcción, se rien, se hacen bromas. Pienso que en las oficinas del centro, la gente ya está buscando el café en el dispenser. Después vendrán las reuniones donde se implementará el brain storm y el roll play. En las oficinas públicas, los empleados desfilan de la cocina a la oficina con sus tazas durax. La gente espera haciendo cola mientras ellos sacan los criollos de la bolsa, las mujeres se pintan, hablan del tiempo. Viajo en la moto, sigo tosiendo, a veces, tengo que levantar el visor del casco para desempañarlo. Los gérmenes hacen un ghetto. Los camiones me cortan el viento, pero una gran columna de humo avanza por el bulevar. Que nadie venga a medir los niveles de contaminación, que nadie venga, no hay lugar. Autos y autos avanzan a paso de hombre y me miran cuando los paso por el costado rozando los espejos mientras toso, claro. Nadie me lo cuenta, ni me lo dijo antes. Veo a los mujeres que llevan los hijos de otros al colegio, le preguntan ¿qué hiciste ayer cuando me fui? ¿viste Tinelli?¿soñaste algo lindo? Todos mis vecinos se han operado. Las mujeres se han hecho las tetas y el culo y el marido de una se hizo una lipo. Ya nadie tendrá verguenza de ponerse la malla. Sí, que venga el verano y queme todo. Yo seguiré con mi moto, menos abrigado, a lo mejor, algún día, me sacaré el casco y dejaré que el sol me sacuda la cara.
Me sentiré Nanni Moretti recorriendo Roma, en una película.
Seré un Dios del bulevar.
martes, 9 de octubre de 2007
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